Sobrevolar el Ártico, ese paisaje interminable que nos queda tan remoto, debe dar lugar a reflexiones. Seguro que allí no hay distracciones y se puede divagar tranquilamente sobre lo divino y lo humano, sobre si hay o no futuro, disertaciones impensables en los paseos por los centros de nuestras ciudades. Aquí la noción del tiempo presente se impone y no hay lugar para augurios, ni malos ni buenos. Es quizá porque el ártico suena a película de exploradores, a documental de siesta. La imagen del deshielo ha pasado al imaginario colectivo de nuestra sociedad en forma de ficción y la belleza del acontecimiento (otra vez lo sublime) ha eclipsado los razonamientos científicos que indican que ahí, en ese sonido atronador, está la clave de nuestro porvenir.
El fotógrafo Fernando Moleres ha viajado en cuatro ocasiones al Polo Norte para trabajar en el medidor natural del cambio climático y documentar su lenta desactivación como termómetro del planeta. Ahora, Roca Madrid Gallery, un punto de encuentro con el diseño y la sostenibilidad, lleva al centro mismo de la capital las reflexiones que se vierten de su trabajo de campo e inaugura, en el marco del Madrid Design Festival, la muestra fotográfica y audiovisual La huella del deshielo, que podrá visitarse hasta el próximo 13 de abril.
Para generar el espacio de debate buscado y trascender la propuesta artístico-estética, ante este tipo de iniciativas se hace necesario, que las instituciones y sus programaciones afronten el reto de potenciar aquellos trabajos comprometidos con la acción real e de impulsar el encuentro entre esos actores y colaboradores involucrados en proyectos de activismo mediambiental. En esta línea trabaja la Fundación We Are Water, creada por Roca, que en esta ocasión se une a los autores del material expuesto -junto a Fernando Moleres, Pepe Molina- en busca de “un debate optimista” que aborde la radical transformación que como sociedad debemos afrontar respecto al consumo de recursos energéticos.