Marcus Fairs, fundador de Icon y Dezeen, sostiene que China también se está convirtiendo a marchas forzadas en una superpotencia creativa mundial. Todo son allí grandes magnitudes, también la velocidad de los fenómenos. Marcus se apoya en datos: en 2018, este país casi ha alcanzado a Estados Unidos en solicitudes de patentes internacionales; ha desarrollado aplicaciones integrales como WeChat, de las que no hay equivalente occidental; sin olvidar el protagonismo internacional de Huawei o Lenovo, o la pujanza de editoras como Stellar Works, con diseñadores europeos en catálogo.
Desde que estudios como Neri&Hu aterrizaran en la escena europea desde Shanghái —gracias a la pista que les ofreció Ramón Úbeda en BD, por cierto—, los emergentes chinos ponen picas en Milán o en París y el nombre del pequinés Frank Chou es su punta de lanza. En 2016 fue el primero de su país en recibir una mención en el Satellite. El pasado enero pudo verse una antología de sus muebles recientes en Maison&Objet, junto con otros cinco compatriotas que recibieron como él uno de los Rising Talents Awards. Pero, a diferencia de casi todos ellos, formados en el Politécnico de Milán o en la Design Academie de Eindhoven, Frank Chou se desenvuelve en un contexto enteramente chino.
Chou produce sus creaciones bajo su propia marca o en alianza con pequeñas editoras locales como FNJI o HC28, asumiendo el papel de agitador de sus limitaciones con altas exigencias de fabricación. En sus propias palabras: “En mi país se produce de todo, puedes encontrar las mejores manufacturas; pero no tienen la experiencia de enfrentarse a un concepto nuevo. Antes, cuando dicho concepto venía de Europa, solo trasladaban a aquí una parte del proceso. Lo más difícil ya había sido resuelto: no era un puzle, era ya una respuesta y la producción china solo tenía que seguirla. Cuando tienes una idea realmente nueva, tienes un puzle, es necesario resolver esa parte y eso lleva un poco más de tiempo”. El concepto es un minimalismo de alta calidad material dirigido al nuevo y pujante mercado chino, pero perfectamente asumible por un público occidental al que Chou mira a la cara porque no lo ve esencialmente distinto. Habrá que seguirle la pista y sostenerle la mirada.