El Centro Pompidou de la ciudad de Metz acoge hasta el próximo mes de enero el Theatre of Metamorphoses, una retrospectiva por los últimos 50 años de producción de la artista visual alemana Rebecca Horn: una de las principales referencias de la performance y el arte de acción de la década de los años 70. La muestra reúne un gran número de dibujos, fotografías y piezas escultóricas que acompañan a las instalaciones de carácter cinético y los proyectos performáticos que suponen el eje fundamental de su trabajo.
A través de los dibujos descriptivos y preparatorios, de los objetos y mecanismos que intervienen en las acciones y de las imágenes fotográficas de los procesos, se desgranan algunas de sus performances más conocidas. La pieza titulada Eienhorn (1970-1972), está integrada por el traje blanco que utiliza la protagonista, algunos dibujos, un texto y un vídeo en el que puede verse como una mujer recorre un campo ataviada con un traje que sirve de unión entre su cuerpo y una extensión puntiaguda que destaca sobre su cabeza a modo de cuerno.
Extensiones corporales
En sus performances y filmaciones (cabe separar ambas nociones ya que en el trabajo de Rebecca Horn es frecuente que la herramienta para la documentación derive hacia producciones cinematográficas de carácter propio), es donde el discurso museográfico, así como el de la propia artista, adquiere un carácter temporal que trasciende lo material y se embarca hacia territorios más próximos a la danza y el teatro.
La propuesta coreográfica toma forma a lo largo del recorrido cuando el peso de las escenas recae en el movimiento, de los objetos y de su propio cuerpo. Porque si la acción es el recurso en el trabajo de Horn, el cuerpo es la herramienta principal. A través de él se experimentan formas artificiosas de relación con el entorno, sus proporciones, escalas y medidas. En sus conocidas extensiones corporales (Finger gloves 1972, White Body Fan, 1972) la percepción de lo humano se deforma hacia lo objetual cuando se adhiere largos dedos, alas, plumas o elemento metálicos y hacia lo mecánico cuando articulan estos mecanismos elementos tecnológicos.
Del tacto a la distancia
Dibujar con una máscara de lápices (Pencil Mask, 1972) o camuflarse en un sistema circular de plumas (The Feathered Prison Fan, 1978) suponen una acción orientada a repensar tacto y distancia, en la que entra en valor un juego automático y especulativo. De la evolución de estas experiencias físicas resultan sus esculturas cinéticas más recientes en las que la artista vuelve a formatear el concepto de escala y percepción en la relación entre la máquina, ahora ya completamente deshumanizada, y su entorno.