Hace ya casi quince años, en un contexto general muy distinto, la nueva arquitectura construida en España fue el tema de una exposición organizada por el MoMA. En aquella época de auge de edificios icónicos y starchitects, esa importante muestra celebraba cómo España se había confirmado como un territorio enérgicamente dispuesto a la experimentación arquitectónica, interpretando esto como un signo inequívoco de la avanzada mentalidad del país. Pese a las apariencias, ésta no dejaba de ser una lectura superficial, ofuscada por la vanidosa euforia que exudaban aquellas construcciones y el aura de celebrities con que se desenvolvían sus artífices.
El baño de realidad que impuso la crisis económica de los siguientes años demostró hasta qué punto fue un error creer que la gloria y valor de la arquitectura radicaba en la grandilocuencia. El reciente premio nacional de arquitectura, Manuel Gallego, señalaba la dificultad de mantenerse refractario al poder de las inercias, reivindicando a la vez la vital importancia de hacerlo. Sus palabras pueden aplicarse para enfatizar el valor de la actitud de todos esos profesionales y estudios que, en lugar de ceder al espejismo de los íconos, escogieron seguir trabajando discretamente, sin cortejar a la fama mediática y reafirmando desde su labor que lo humano es el fundamento esencial de la arquitectura.
Arquitectura española en París
Hasta el próximo 19 de julio, el Instituto Cervantes de París acogerá la exposición de los proyectos premiados en la decimocuarta edición de la Bienal Española de Arquitectura y Urbanismo (BEAU), una oportunidad para mostrar en el exterior ese giro de dirección interior en la mentalidad de la arquitectura española, dejando ya muy atrás aquellos excesos quizá equivocadamente aplaudidos por el MoMA.
Dirigida por los arquitectos Sara de Giles y José Morales, y con el elocuente título «Más habitar, más humanizar», la exposición de la Bienal Española de Arquitectura y Urbanismo, presenta los más destacados trabajos construidos en España, tanto por arquitectos nacionales como internacionales, así como edificios de equipos españoles realizados en otros países. ¿El objetivo? Poner el foco en proyectos cuyo eje es el concepto «habitar» como fundamento clave para lograr espacios hechos a la medida del individuo, de lo humano. Si la arquitectura de los íconos tenía como única obsesión al propio edificio, olvidando a menudo al usuario, esta selección de proyectos, desarrollados en un contexto de austeridad económica, enfatiza cómo la sensibilidad hacia el usuario y sus realidades es la clave para crear una arquitectura de valor, tanto en ámbitos urbanos como rurales y con carácter doméstico o público.
Se destacan en particular las intervenciones urbanas enfocadas a estrategias más sostenibles para un crecimiento interior de las ciudades. También tienen un particular protagonismo las propuestas centradas en la rehabilitación e intervención en el patrimonio arquitectónico. Aquí se incide en la trascendencia del tiempo y la memoria, y en cómo revincularlos a los usos cotidianos del individuo y la colectividad.
«Más habitar, más humanizar», que se presentó en Santander en julio del pasado año, y que ya ha visitado Madrid y Sevilla, presenta los veintitrés trabajos galardonados en la convocatoria Obras de Arquitectura y los veintiséis en la sección de Investigación. En su parada en París, antes de recalar en Nueva York en otoño, se ha complementado además con una serie de conferencias en la misma sede del Instituto Cervantes y en la de la Cité de l’Architecture et du Patrimoine, que tuvieron lugar el 12 y 13 de junio y en las que tomaron parte Bruther, Paredes Pedrosa, Muoto y TED Arquitectes. La arquitectura en España sigue teniendo firme solidez de referente.