«Una caja mágica» es la imagen con que María José Aranguren y José González Gallegos describen el edificio que han construido para la sede del ICA Miami: un cuerpo luminoso y sofisticado que ya destaca en el tejido urbano del Miami Design District, una pujante área poblada por numerosas galerías de arte junto a innovadoras boutiques y osados locales de ocio.
El edificio es una mole de tres plantas, abierta en sus frentes norte y sur a través de dos fachadas perforadas y reflectantes. La orientada al sur cuenta con un frontal de aluminio brillante que, cual espejo quebrado, protege las salas situadas en esta zona de la inclemencia solar. Su estructura fracturada sugiere el hipotético efecto que tendrían sobre esta superficie los potentes vientos huracanados de la región.
Un pasillo-vestíbulo actúa como transición entre este lado y el septentrional, cuyo frontis enteramente de vidrio permite la entrada de luz natural y sirve, además, como un potencial soporte para instalaciones artísticas temporales. En el interior, las áreas de exposición se distinguen por ser flexibles y adaptables: neutras, prístinas y luminosas, con altura suficiente para acoger obras de gran formato.
Rasgo particular del proyecto de Aranguren + Gallegos es la creación de un ámbito exterior: un gran espacio de exhibición de piezas escultóricas que opera como la «sala de estar» del museo. La zona de paso que se abre entre la fachada-espejo de la cara norte y este jardín de esculturas juega, confiesan los arquitectos, con una de sus obsesiones particulares: Alicia en el País de las Maravillas de Lewis Carroll.