Escondido en la pequeña ciudad costera de La Rochelle (Francia), encontramos la “White House”, una construcción de piedra del siglo XVIII reinventada con trazos de estilo modernista. El estudio de Pierre Antoine Compain ha sido el encargado de concebir y llevar a cabo la reforma de esta vivienda unifamiliar de cuatro plantas marcada por la libertad de movimiento, tanto sobre el papel como en el uso del espacio.
Un gran atrio servido como eje central atraviesa la casa y permite interactuar con las diferentes estancias. La fluidez en la comunicación viene definida por las inmensas particiones de cristal, por la transparencia y la luz que invade cada rincón y por el trazo de escaleras en Corian muy alejado del concepto tradicional. Aquí el hueco lo hace la propia escalera y la visualización del entorno se hace tanto en sentido horizontal como vertical. Algo así como una versión 2.0 y unifamiliar de las corralas madrileñas reflejadas en las obras de Pérez Galdós.
La pequeña familia propietaria de esta singular residencia perseguía un diseño que les permitiera convivir de un modo íntimo y comunitario al mismo tiempo. Estar trabajando en el despacho, sin ruidos y con la visión de tu hijo jugando en la planta de abajo, es un lujo que pocos se pueden permitir, pero que todos desearíamos poder alcanzar.
Aunque si hay algo que caracteriza a esta propuesta es el total white únicamente roto por superficies de madera y por el vibrante fucsia de las puertas del armario de arriba. Una pequeña explosión de color dentro de un conjunto escueto en decoración y mobiliario, cuyo objetivo era crear un contraste palpable entre la vida clásica y la tecnología contemporánea.