En esta colección, que surge de la colaboración entre el ceramista Roberto Siegel y el artista Aaron Hawks, hay dos conceptos que me gustaría destacar: cerámica e imperfección. A priori esta contradicción me desconcierta, ya que la cerámica es un material que sugiere delicadeza, pureza, ligereza; mientras que, formalmente, esta colección es brusca, cortante, radical. Sin embargo, y aun siendo fan incondicional de lo modular, lo ortogonal, lo geométrico o, en otras palabras, lo perfecto, estas piezas me parecen, cuando menos, interesantes.
La porcelana está muy “de moda”, y últimamente la encontramos en combinación con otros materiales que habitualmente no asociamos ni a la delicadeza ni a la pureza, sino a la robustez o a la durabilidad. Por ejemplo combinado con madera. Quien haya tenido la oportunidad de acercarse al Salón Satellite de Milán este año, o quien esté interesado en el diseño en general sabrá de qué hablo: mesas con patas y tableros de madera que no se limitan al plano horizontal y que mezclan metal y cerámica. Es decir, la cerámica está perdiendo la inocencia.
En Torn, las protuberancias y rasgados aparentemente aleatorios –tengo mis dudas de que sea así- potencian las formas de los objetos y acentúan la fuerza de la cerámica. Parece que los elementos de esta colección quieran decirnos que están cansados de ser «tacitas» y «platitos», que están hechos de un material que les permite tener la forma que quieran, que no desean seguir siendo clones. Que un tenedor también puede ser una pieza única.