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En el barrio chino de Singapur, donde el espacio escasea, el ingenio se viste de modernidad en un edificio de los años 20. Su dueño decidió entregar a artistas emergentes la decoración de sus treinta habitaciones. El resultado es un hotel compacto, estiloso y sorprendente.

En una ciudad como Singapur se confunden los límites de la isla con los de la urbe y el Estado, ya que es todo eso a la vez. Debido a su continuo crecimiento durante los últimos sesenta años, Singapur tiene un problema de espacio. De hecho, posee la densidad de población más alta del mundo después de Mónaco. Reutilizar inmuebles antiguos es una necesidad y en el caso de este edificio, un desafío a la modernidad. A su manera, el New Majestic Hotel se encuentra en esta encrucijada entre actualidad y globalización, en una isla marcada por el multiculturalismo, donde conviven chinos, malayos e indios.

Diseño local

Así como en la ciudad no se puede ganar terreno nada más que al mar, el hotel sólo ha podido crecer adquiriendo un pasaje colindante que da más fondo a su entrada principal y más presencia a su fachada. Situado en una calle famosa por haber albergado los pisitos de las jóvenes amantes de hombres de negocios, el edificio recuerda su pasado. Un pasado que surge en el lobby donde se ha conservado parte de la pintura original del techo.

Pero el New Majestic no es ni mucho menos un centro de interpretación etnográfico. Muy al contrario, se trata de una apuesta por el arte emergente y el humor. En el proyecto de rehabilitación confeccionado por los arquitectos Tai Lee Siang, Mark Wee y Loh Lik Hwa de Ministry of Design, el objetivo era implantar en Singapur un hotel como el que podríamos encontrar en Barcelona, Ámsterdam o Londres. A saber, un proyecto definido por distintas propuestas estéticas que den entidad propia al conjunto. Nueve artistas locales han configurado una decoración única para cada dormitorio respetando cinco líneas conceptuales: las habitaciones de espejos, las habitaciones colgantes, el acuario, el loft y los dormitorios de toque artístico. En estos últimos destacan además los objetos hechos por diseñadores también locales en colaboración con el Asian Art Options.

Cada ambiente recrea una serie de atmósferas que dejan en el cliente un recuerdo imborrable. Una habitación juega con las dimensiones de un acuario y provoca en el huésped la sensación de ser un pez. Otra está concebida como un homenaje a la película de Zang Yimou La linterna roja. En otra, los espejos son los auténticos protagonistas de un espacio donde ver y ser visto bajo todos los ángulos. Y en algunas, las camas parecen flotar en medio del espacio, sin patas y con cuatro barras sujetas al techo.

Espacios delicatessen

La celebración de la comodidad y del agua se encuentra en los baños, donde bañeras, suelos y plantas recrean un ambiente colonial. Pasado y presente también se funden en la cocina cantonesa moderna, preparada por el chef Yong Bing Ngen, que sirve sus manjares en una colección de porcelanas realizadas a mano y enteramente customizadas. Pero la mayor sorpresa en torno al restaurante la causan las claraboyas que perforan el suelo de la piscina para que los bañistas echen un vistazo a lo que se les ofrecerá luego en la mesa. La piscina con vistas al restaurante adquiere un significado muy diferente en este contexto.
En resumen, el New Majestic de Singapur ha entendido que hoy día hospedarse en un hotel tiene que convertirse en una experiencia única para determinados viajeros; clientes exigentes con el servicio pero, sobre todo, ávidos de sorpresas y detalles que los seduzcan y los deslumbren.

www.newmajestichotel.comwww.designhotels.com

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