John Dos Passos escribió en una de sus novelas: “La creación de una visión del mundo es el trabajo de una generación más que de una persona, pero cada uno de nosotros, para bien o para mal, añade su propio ladrillo”. En el caso de los 100 artistas escogidos para formar parte de Prime, este volumen de Phaidon centrado en creadores emergentes, el ladrillo que aportan a la construcción de esta generación son sus obras.
Nuevas generaciones, nuevos artistas emergentes, nuevos retos
En las distintas piezas de Prime, se deja testimonio sobre los problemas a los que nos enfrentamos de manera colectiva; para ello, los creadores utilizan lenguajes novedosos y reinterpretaciones de otros anteriores, ya que, al fin y al cabo, hay conflictos que son inherentes al ser humano sea cual sea su época. Muchas de las obras plasmadas en este libro buscan proponer soluciones, mientras que otras acuden a la evasión a través de espacios utópicos y seguros, donde los fantasmas que nos acosan normalmente no existen o bien han perdido su carácter amenazante.
Por ejemplo, vemos cómo Tyler Mitchell —primer fotógrafo negro que realizó una portada para Vogue— se preocupa de retratar a personas de color con las que comparte el mundo del skate, haciéndoles protagonistas y dándoles una voz que seguramente no habrían tenido en décadas anteriores, siendo relegados a un segundo plano en la historia. Y como él, muchos otros realizan piezas similares, demostrando que el racismo y la lucha por erradicarlo, especialmente en Estados Unidos, han vuelto a estar en el candelero por el movimiento Black Lives Matter.
Otro de los temas estrella del libro es la identidad sexual y de género, como se observa en las pinturas de Jennifer Packer, que juega con la ambigüedad originando personajes difícilmente reconocibles como hombres o mujeres, y a los que dota de nombres deliberadamente equívocos, como Chey.
Por su parte, el pakistaní Salman Toor reflexiona sobre la intimidad en las relaciones homosexuales masculinas, así como acerca de las reacciones de los padres ante la salida del armario de los hijos. Por último, la necesidad de hallar alternativas sostenibles para muchas de las actividades humanas del día al día se encuentra también muy presente en las creaciones artísticas de la generación millennial. En este sentido, cabe destacar a Ibrahim Mahama, que vive y trabaja en Ghana, y cuya labor se centra en cubrir diferentes emplazamientos —como la fachada del Kunsthal Charlottenborg de Copenhague, centro de exposición oficial de la Real Academia Danesa de Bellas Artes— con sacos viejos. El resultado de ello es una suerte de reinterpretación desgastada, pero más ecológica, de las instalaciones de Christo y Jeanne Claude.
La selección de Phaidon
Para escoger al abanico de artistas que conforma Prime se ha recurrido a las figuras que serán el futuro del arte en su marco académico y curatorial: desde comisarios o galeristas, a historiadores del arte del mañana, reforzando también en este ámbito la idea de novedad, de reemplazo generacional. La selección por parte de estos expertos integra a autores nacidos entre 1980 y 1995, con la intención de mostrar diferentes modos de crear y capturar el mundo de los nativos digitales. Del primer listado salieron un total de 700, que posteriormente se fue reduciendo hasta llegar a la centena que compone este volumen.
En él, podemos ver una descripción de las líneas de trabajo generales, los temas predilectos, las influencias y algunas de las declaraciones que los creadores han hecho sobre sus obras en inauguraciones o entrevistas para medios de comunicación. Acompañando a esta información, hay dos páginas dedicadas a enseñarnos sus piezas, pertenecientes a diversas series o ramas de investigación. Gracias a ello, esta publicación tan llamativa, con imágenes y colores de lo más variado, se convierte además en un objeto de colección, que trasciende al simple hecho de darnos a conocer a los artistas del mañana.
En este enlace puedes descubrir otros libros interesantes de la editorial Phaidon.
Fue una portada de septiembre de 2018 en la que retrató a Beyoncé, a petición de la artista, con tan solo 23 años.
